Júpiter es el planeta más masivo y voluminoso del Sistema Solar, tan grande que 1300 planetas Tierras cabrían en su interior. A diferencia de los cuatro planetas más interiores, que son rocosos, Júpiter está compuesto casi enteramente por gases livianos en diferentes estados de la materia, por lo que comúnmente se le denomina popularmente como el primero de los Gigantes Gaseosos en distancia al Sol, siendo el segundo el planeta Saturno.
La distancia Tierra-Júpiter es mucho mayor que cualquiera de las distancias entre la Tierra y los demás planetas rocosos, y sin embargo, Júpiter es tan grande que su tamaño aparente promedio visto desde la Tierra es el mayor de todos los planetas del Sistema Solar, lo que convierte a Júpiter en uno de los destinos más atractivos del cielo nocturno. Visto con un telescopio de apertura media (114 mm en mi caso) a 150 aumentos, Júpiter tiene un aspecto muy parecido al que se muestra en la siguiente fotografía, tomada el 29 de Diciembre del 2015:
Esta fotografía ilustra bastante bien los detalles que usualmente todo astrónomo aficionado podrá ver en el planeta gigante con un telescopio de apertura media:
-Zona ecuatorial: es la banda brillante que envuelve al planeta en su ecuador. Es difícil ver detalles en su interior debido a su alta capacidad de reflejar la luz proveniente del Sol.
-Bandas ecuatoriales norte y sur: son el par de bandas oscuras que se ven en la fotografía en cada lado de la zona ecuatorial. La evolución de los complejos sistemas de nubes de ambas bandas ecuatoriales es perceptible incluso con sólo unos minutos de observación, pero para llevar al cabo tal tarea, se debe de contar con un cielo con un nivel de turbulencia bastante bajo. Si bien en la fotografía ambas bandas ecuatoriales poseen un ligero tinte marrón, su color no es estable en el tiempo, tal como ocurrió en el año 2010, cuando la banda ecuatorial sur "desapareció" casi por completo.
-Regiones polares norte y sur: son las regiones grisáceas ubicadas en ambas regiones polares del planeta, separadas de las bandas ecuatoriales por una región más brillante cuya estructura es más compleja que la que se observa en la fotografía.
-Gran Mancha Roja: es un ciclón de potente color rojo ubicado en la banda ecuatorial sur con un tamaño equivalente al de 2-3 planetas Tierras. Si bien no es el único sistema de tormentas que se puede observar en el planeta, sí es el único que aparente tener un estado permanente, ya que desde su descubrimiento en el siglo XVII no se ha desvanecido.
-Paso de satélites naturales: en la fotografía, encima de la banda ecuatorial norte, se logra distinguir un punto que a primera vista pareciera una tormenta oscura. Este punto no es una tormenta, sino el disco de uno de los 4 satélites más grandes de Júpiter, en este caso, la sombra de Ganímedes.
-Rotación del planeta: Marte y Júpiter son los únicos planetas del Sistema Solar en los que su rotación es fácilmente perceptible, pero es en Júpiter donde se ve mejor, ya que el planeta gigante da una vuelta sobre su propio eje en tan sólo 10 horas, mientras que en Marte dura 24 horas aproximadamente. Se muestra a continuación una secuencia de imágenes tomada del planeta Júpiter la noche del 12 de Junio del 2017, que ilustra claramente lo rápido que rota el planeta en tan sólo 1 hora de observación.
-Sombras de satélites: en la misma secuencia de imágenes, nótese que en y arriba de la banda ecuatorial norte se observan dos puntos negros que cruzan la superficie del planeta a una velocidad diferente que la velocidad de rotación del mismo. Estos dos puntos son las sombras de los satélites Europa e Ío proyectadas en la superficie del planeta gigante. Observar la sombra de un sólo satélite no es muy raro, pero observar la sombra de dos satélites al mismo tiempo sí es excepcional, y más aún cuando tres satélites proyectan sus sombras sobre la superficie del gigante gaseoso al mismo tiempo.
-Los satélites galileanos: son los cuatro satélites naturales más grandes del planeta Júpiter, conocidos a veces como satélites galileanos en honor a su descubridor, el astrónomo y físico experimental italiano Galileo Galilei, primer astrónomo de la historia en usar un telescopio. En orden de distancia a Júpiter, los satélites se denominan Ío, Europa, Ganímedes y Calisto, pero de acuerdo al tamaño, el orden es Ganímedes, Calisto, Ío y Europa. En particular, destaca Ganímedes por ser el satélite natural más grande de todo el Sistema Solar, más grande incluso que el planeta Mercurio. La traslación de los satélites galileanos, al igual que la rotación de Júpiter, es perceptible en una sola noche de observación, tal como se muestra en la siguiente secuencia de imágenes, tomada al mismo tiempo que la anterior secuencia, pero con el planeta sobre-expuesto para que la cámara web pueda captar con facilidad los satélites galileanos.
Aquí es donde la vista humana tiene una ventaja enorme con respecto a los sensores de cámaras fotográficas, ya que un observador nunca verá a Júpiter solito (como en la primera imagen), ni tampoco lo verá sobre-expuesto cuando desee observar sus satélites (como en la última imagen mostrada), sino que verá a Júpiter acompañado de su corte de satélites al mismo tiempo, tal como se muestra en el siguiente montaje:
Esto sólo es posible porque la respuesta de las células de la retina a la intensidad luminosa es logarítmica, mientras que la de los píxeles de los sensores es más lineal, lo cual significa que la vista humana tiene más facilidad para ver puntos brillantes y oscuros al mismo tiempo que los sensores fotográficos. ¿A poco la última imagen no parece un sistema solar en miniatura?
Si el estimado lector ya ha leído la entrada dedicada al planeta Marte, quizás se pregunte: ¿Cuáles son los detalles más finos de Júpiter que se pueden captar con un telescopio de 114 mm de apertura?
Como ejemplo, comparto con el estimado lector una fotografía que tomé del Gigante Gaseoso la madrugada del 14 de Abril del 2017 con los máximos aumentos posibles que me permite mi equipo:
La fotografía no sólo muestra detalles del planeta ya descritos anteriormente, sino también ciclones de menor tamaño que la Gran Mancha Roja (visible en el borde izquierdo) distinguibles en la imagen como manchitas blancas en las bandas ecuatoriales y en las regiones polares. Además, tanto en la zona ecuatorial como en las bandas ecuatoriales se puede observar el régimen turbulento de las nubes de Júpiter, consecuencia de su extremadamente rápida velocidad de rotación y del calor interno que irradia el planeta. Nótese también que entre las regiones polares y las bandas ecuatoriales se distinguen bandas de menor grosor, conocidas como bandas templadas.
Al igual que en el caso de Marte, antes pensaba que todos estos nuevos detalles eran completamente inalcanzables para un equipo como el mío, y es que las fotografías de Júpiter de mis libros de Astronomía de los años 1950-1970, tomadas por observatorios con telescopios con apertura de al menos 1500 mm, no eran precisamente alentadoras. Por supuesto, ahora cuento con algo que antes ni los mejores observatorios del mundo tenían en aquella época: tecnología de procesamiento de imágenes, la cual ha permitido a miles de astrónomos aficionados en todo el mundo, tomar fotografías de los diversos objetos del cielo nocturno con una calidad que era imposible hace tan solo 40 años. La mejora de la calidad de imágenes es tal, que incluso con mi telescopio de sólo 114 mm de apertura, se pueden tomar imágenes de los planetas comparables a las de mis antiguos libros de astronomía.
La noche anterior a la última imagen, el 13 de Abril del 2017, ya había tomado una fotografía de Júpiter usando las mismas técnicas de captura y procesamiento, aunque en aquella ocasión el Gigante Gaseoso me mostró su cara opuesta:
En esta última fotografía se muestran los mismos rasgos del planeta que en la penúltima fotografía, con excepción de la Gran Mancha Roja, la cual estaba en el otro lado del planeta.
Ya para finalizar, comparto con el estimado lector mi última secuencia de imágenes del planeta Júpiter tomada el 29 de Septiembre del 2022, donde se aprecia con claridad cómo los detalles más finos del planeta se desplazan en su disco conforme el planeta realiza su movimiento de rotación.
En conclusión, Júpiter es un destino muy entretenido para todo astrónomo aficionado que desee observar alguna forma de dinamismo en sus observaciones. De hecho, después de la Luna, Júpiter es mi segundo objeto del cielo nocturno favorito, ya que en él se pueden discernir una enorme cantidad de detalles que cambian rápidamente con el tiempo, a diferencia de la mayoría de objetos del cielo nocturno.