Mercurio es el planeta más cercano al Sol y también el más pequeño. En mi opinión, la observación de Mercurio es la más difícil de todos los planetas del Sistema Solar, ya que Mercurio nunca se aleja del Sol lo suficiente como para observarlo en un fondo de cielo oscuro durante un tiempo prolongado, ni tampoco como para observarlo alto en el cielo, donde las condiciones del cielo son mejores que en el horizonte, especialmente desde cielos urbanos como los de la ciudad de Lima.
No es de sorprender entonces que sólo haya tenido la oportunidad de observar a Mercurio en 2 ocasiones. La primera, con mi primer telescopio Shilba de 60 mm de apertura, y la segunda, con mi actual telescopio de 114 mm de apertura. Con el telescopio Shilba, con 160 aumentos no logré distinguir más que un punto, y es que el disco de Mercurio nunca excede más de sus 13" de arco de diámetro. Fue en la segunda vez (21 de Mayo del 2020) que observé a Mercurio cuando por fin pude ver sus fases, que son características de todos los planetas más interiores que la Tierra; y también fue en aquella ocasión cuando tomé mi única fotografía del planeta más cercano al Astro Rey:
Aquel día el disco de Mercurio tenía sólo unos 6.15" de arco de diámetro (7 veces menos que el diámetro visual promedio del planeta Júpiter), y estaba iluminado al 69.4%. A pesar de las terrible turbulencia atmosférica de aquella noche, la cámara logró distinguir la fase del planeta gracias al agresivo tratamiento que se le dio a la imagen. La vista que tuve de Mercurio a través del telescopio con 225 aumentos fue bastante similar a lo que se muestra en la fotografía, pero claro, sólo por ratos, porque la turbulencia atmosférica no dejaba distinguir nada la mayor parte del tiempo.
Además de las fases de Mercurio, con un telescopio de 114 mm de apertura no se logra distinguir más detalles en su superficie, lo cual es entendible considerando todos los retos que implica la observación del planeta más pequeño del Sistema Solar.