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Cielos de Pandemia

Todos sabemos que la pandemia del Covid-19 significó un cambio drástico en nuestras vidas. En el mejor de los casos, condujo a la cancelación de metas y proyectos importantes que se habían planeado precisamente para iniciar con buen pie la nueva década. En el peor de los casos, el Covid-19 arrebató la vida de los seres queridos de millones de familias. Por suerte, (y debo enfatizarlo, POR SUERTE), mi familia perteneció al primer grupo, pero igual me dolió muchísimo ver cómo muchos de mis familiares más externos y mis amistades más cercanas se iban uniendo al segundo grupo, impotentes de no poder ayudar a su ser querido enfermo.

Para cuando la fase pandémica del Covid-19 acabó en mi país Perú, 330000 personas ya habían fallecido a causa del virus, poco más del 1% de la población total del país, convirtiéndose así en el evento más mortífero de la historia del Perú como república independiente. Antes de la pandemia del Covid-19, este título lo tenía el Terremoto de Áncash del 31 de Mayo de 1970, el cual se cebó con 70000 vidas. Así, la pandemia nos recordó de una forma bastante calamitosa que en esta vida lo único garantizado es la muerte, lo cual debería hacernos reflexionar acerca del trato que nos tenemos con y entre nosotros: ¿De veras vale la pena pelear con nuestros semejantes por problemas minúsculos? ¿Debemos gastar nuestro tiempo tratando de "corregir" nuestros defectos que nos hacen humanos? ¿Acaso lo único que importa en esta vida es el dinero? ¿Nos lo vamos a llevar a la tumba?

Ante este panorama tan sombrío, me gustaría encender una lucecita de esperanza, alimentada por uno de los pocos aspectos positivos que nos dejó la pandemia, y del cual parezco ser el único testigo de ello: el anormal oscurecimiento del cielo nocturno de la ciudad de Lima durante las primeras semanas de la cuarentena.

El estimado lector sabrá que, desde metrópolis como la ciudad de Lima, el cielo nocturno resplandece no por la brillantes de los objetos del firmamento, sino por las potentes y mal diseñadas luminarias propias de la mayoría de ciudades alrededor del mundo. La contaminación lumínica de la ciudad de Lima es tan alta que, en promedio, la magnitud límite a simple vista es de 3.0, al menos desde mi lugar de observación habitual, ubicado en el distrito de Los Olivos. Compare esta magnitud con la de cielos oscuros, donde puede ser tan baja como 7.0.

La alta contaminación lumínica de la ciudad de Lima casi no tiene efecto en la observación de planetas, pero sí es terriblemente perjudicial para la observación de objetos de cielo profundo, los cuales son mucho más numerosos que los planetas. Para que se haga una idea el lector, el catálogo de objetos de cielo profundo más famoso (y también el más corto) es el catálogo Messier, ¡y contiene 110 objetos! Ya ni que hablar del catálogo NGC, el cual contiene más de 7000. Compare estos números con los apenas 9 objetos planetarias que conforman los planetas del Sistema Solar, el Sol y la Luna. No es de sorprender entonces que casi ningún astrónomo aficionado se contente únicamente con la observación de planetas, lo cual no quita el mérito de que tengan mucho para ofrecer, tal como lo explico en las entradas de la sección ASTROFOTOGRAFÍA.

Yo, por supuesto, tampoco me quedé satisfecho, por lo que después de observar todos los planetas del Sistema Solar con mi primer telescopio de 60 mm de apertura, un refractor marca Shilba regalado por mis padres por mi cumpleaños N°12, decidí empezar a cazar objetos de cielo profundo durante los años 2011-2013. Mi primer objetivo fue la Gran Nebulosa de Orión M42, la cual es un objetivo clásico del firmamento por su alto brillo aparente. Tal como ya lo relaté en la entrada M42 y M43 - La Gran Nebulosa de Orión, encontrar a M42 desde cielos limeños fue toda una hazaña, y para colmo, no logré ver más que una simple manchita difusa que se perdía fácilmente en el resplandeciente brillo de fondo del cielo. En ese entonces, pensé que (1) la contaminación lumínica de Lima era lo suficientemente alta como para eclipsar la nebulosa casi por completo y/o (2) la apertura de mi telescopio no era lo suficientemente grande como para observar objetos tan difusos y tenues. Aunque feliz de haber cazado a la nebulosa después de la Odisea que me demoró hacerlo, igual estaba decepcionado de que la nebulosa más brillante del firmamento se haya visto tan débilmente, por lo que decidí no observar más objetos difusos, enfocándome únicamente en observar los cúmulos abiertos más brillantes del catálogo Messier, como M45 - El Cúmulo de las Pléyades o M7. 

La situación mejoró un poco con la llegada en el año 2014 de mi segundo telescopio, un reflector newtoniano marca Celestron de 114 mm de apertura, con un poder de captación casi 4 veces superior que el del telescopio Shilba. Con el telescopio Celestron, la Gran Nebulosa de Orión ahora se distinguía claramente del brillante fondo del cielo, motivándome así a cazar más objetos de cielo profundo, entre los que destacan M31 y M32 - La Gran Galaxia de AndrómedaM5M13 - El Gran Cúmulo Globular de Hércules, entre otros. La vista de todos estos objetos era bastante pobre en detalles, pero al menos había logrado cazarlos desde las terribles condiciones del cielo limeño, y con eso estaba más que satisfecho. Sin embargo, mi lista de objetos observados era aún muy pequeña comparada con la de Charles Messier, y la situación no habría mejorado de no ser por el advenimiento de la pandemia.

El 6 de Marzo del 2020, se confirmó el primer caso de un paciente con Covid-19 en el Perú. En los días posteriores, el número de contagiados y fallecidos subió rápidamente, a lo que el gobierno de mi país, en ese entonces liderado por el ex-presidente Martín Vizcarra, reaccionó severamente al aplicar a partir del 15 de Marzo del mismo año la política de "aislamiento social obligatorio", que no era más que otra forma de denominar a la cuarentena generalizada. Toda actividad diaria que involucrara la interacción masiva de personas fue restringida, salvándose únicamente las de adquisición de bienes de primera necesidad y medicinas. La mayoría de empresas fue forzada a paralizar sus labores durante las primeras dos semanas, lo cual se tradujo en una reducción casi total del número de vehículos que solían circular por la ciudad de Lima todos los días. Pasadas estas dos primeras semanas, igual el nivel de tránsito vehicular se mantuvo muy bajo porque el gobierno también aplicó restricciones a la circulación de autos particulares, mientras que en el caso del transporte público, como no habían tantas personas que recoger porque ya un buen porcentaje de ellas habían perdido sus puestos de trabajo, las compañías de este sector tampoco estaban motivadas a poner en circulación todas su flota de vehículos. La casi nula circulación de vehículos y los cierres de la mayoría de fábricas de la ciudad de Lima en las primeras 4 semanas de la cuarentena tuvieron como consecuencia una reducción considerable del nivel de polución aérea de la ciudad, lo cual también se vio reflejado en el cielo nocturno, como veremos a continuación.

Como buen conocedor de los cielos limeños que soy, me di cuenta que el cielo nocturno estaba oscureciéndose cada vez más a medid que el mes de Marzo llegaba a su fin, bajando su magnitud límite de 3.0 a 3.5. Al notar esto, el 25 de Marzo del 2020, decidí entonces observar a un cúmulo estelar abierto que estaba cerca del cenit (punto más alto del cielo) desde mi lugar de observación: NGC 2232.


Tal como esperaba, la vista del cúmulo era bastante reluciente en comparación con la vista que había tenido de otros cúmulo abiertos en la época pre-pandemia, por lo que decidí inmediatamente intentar cazar objetos de cielo profundo más tenues. Sin embargo, las noches siguientes la ciudad de Lima fue cubierta por nubes que me imposibilitaron realizar tal tarea. Aproveché estas noches nubladas para planificar (con la ayuda de Stellarium) las observaciones que haría ni bien se despejara el cielo, ya que sabía de antemano que la porción del firmamento que ascendía a partir de la medianoche en esa época del año era rica en objetos de cielo profundo, y cómo no lo iba a ser, si es la misma porción del cielo donde se ubica el centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea.

El 4 de Abril del 2020, volvió a despejarse, aunque bien tarde, a las 03:00 AM, por lo que saqué mi telescopio a mi "observatorio residencial" y lo dirigí al objeto de cielo profundo que más elevado estaba en el firmamento a esa hora: el cúmulo globular M10,


Me sorprendió de inmediato ver que el cúmulo globular parecía resolverse por ratos en sus estrellas individuales más brillantes, a pesar de que M10 no es de los cúmulos globulares más espectaculares del firmamento. Por supuesto, esto me motivó aún más a querer cazar más objetos de cielo profundo, pero las nubes me lo impidieron otra vez unos días más.

Por fin, el día 12 de Abril, comenzó una racha de cielos despejados. Aquel día, en las horas tempranas de la noche, observé el cúmulo abierto M47:


Pero no pude observar ningún objeto más, porque de nuevo, todo el cielo se nubló. Al día siguiente, decidí probar la oscuridad del firmamento cazando al débil cúmulo abierto M46, el cual, para mi sorpresa, si bien no se veía brillante, sí se podían distinguir sus estrellas constituyentes sin problemas:


De hecho, había tantas estrellas débiles en el campo ocular que no pude terminar de ilustrarlas a todas esa noche, debido a una vivienda justo al lado de mi casa que hasta el día de hoy me impide ver objetos con baja altura en dirección Suroeste, que es precisamente la zona del cielo donde se pone M46. 

El siguiente objeto en mi lista era muy especial para mí, ya que había intentado cazarlo desde la ciudad de Lima muchísimas veces, sin éxito: M104 - La Galaxia del Sombrero. Al ser M104 una galaxia, sabía muy bien sólo se la podía ver desde cielos oscuros, pero...¿Qué tan oscuros? De eso no tenia idea. Como uno no pierde nada con intentar, decidí entonces cazar al objeto que me había sido esquivo tanto tiempo. Mi corazón empezó a latir con estruendosa fuerza cuando distinguí en el campo ocular una manchita que si duda debía ser un objeto de cielo profundo, y que estaba justo en el lugar donde debía ubicarse M104:


Finalmente, después de tanto tiempo, había podido cazar a la famosísima Galaxia del Sombrero, lo cual no hizo más que aumentar mi sed por la búsqueda de este tipo de objetos las noche siguientes.

Ya para la madrugada del 14 de Abril, decidí entonces volver a observar a M53, y digo "volver" porque a este cúmulo globular ya lo había observado la noche del 12 de Marzo del 2019, aunque con bajos aumentos, pues el cúmulo globular era bastante tenue. En esta ocasión, por el contrario, ahora sí pude observarlo con altos aumentos, aunque el único detalle adicional que pude discernir respecto a la primera vez que lo vi fue su forma similar a la de un escudo, tal como se muestra en los siguientes dos dibujos:



Con M3 ocurrió algo similar, con la diferencia de que el centro del cúmulo globular ahora se veía potente, e incluso se llegaba a resolver algunas de sus estrellas individuales, tal como lo demuestran los siguientes dos dibujos:



Por estas noches, ya era bastante evidente que el cielo nocturno estaba mucho más oscuro de lo normal, ya que la magnitud aparente de la estrella más débil que se podía observar a simple vista era de 4.5. En efecto, las noches del 10 al 30 de Abril deben haber sido las más oscuras y prístinas de la ciudad de Lima en varias décadas, algo que no sólo era evidente al telescopio, sino también a simple vista, ya que el firmamento estaba hermosamente decorado con estrellas que nunca había observado en todos mis años de observación astronómica. 

Al día siguiente, el cielo sólo estuvo despejado en las primeras horas de la noche, circunstancia que aproveché para completar mi dibujo de M46. Hasta estas alturas, ya estaba más que contento con todo lo que ya había vislumbrado a través del telescopio desde mi ciudad natal, pero no contaba con el generoso reglado que el Universo tenía preparado para mí más adelante.

La noche del 17 de Abril fue mi noche de mayor producción de contenido astronómico en mis 13 años de experiencia observando los cielos, que hicieron de ese día uno de los más felices y memorables de toda mi vida. Comencé poco después de la medianoche con uno de los objetos más bestiales del firmamento: M87 - La Galaxia Virgo A.


No se ve más que una manchita pálida, ¿verdad? Pero la razón por la que me refiero a este objeto como "bestial" es invisible a nuestros ojos humanos, tal como ya lo expliqué en su respectiva entrada. Seguí entonces con una de las galaxias más brillantes del Cúmulo de Virgo: M49.


Después procedí con el vecino más cercano de M10 (y casi hermano gemelo diría yo), el cúmulo globular M12:


Ya más que contento, decidí continuar con el titán de los cúmulos globulares: M13 - El Gran Cúmulo Globular de Hércules. ¡IMPRESIONANTE! Con la vista desviada, el cúmulo globular se descomponía casi totalmente en una enorme multitud de estrellas individuales. Compare el lector la vista que tuve de este cúmulo globular con la de los tiempos pre-pandemia:



¿Qué tal diferencia, verdad? Y lo único que cambió entre el segundo y el primer dibujo fue el nivel de polución aérea de mi ciudad. Continué entonces con un cúmulo globular desde que no esperaba mucho: M22 - El Gran Cúmulo de Sagitario.


¡No podía creer lo que estaba viendo! El cúmulo globular era precioso, no tan resoluble como M13, pero sí con estrellas individuales más brillantes, a tal punto que podía ubicarlas sin problemas en mi hoja de observación. Hasta ahora me pregunto por qué no había ninguna fotografía de tan magnífico objeto del cielo nocturno en ninguno de mis libros de Astronomía. En fin...

Ya hasta este punto de la noche, la felicidad que sentía por todo lo que había visto y dibujado desbordaba por completo lo que podía expresarse con palabras, y por supuesto, continué cazando más objetos. El siguiente en mi lista era un objeto de cielo profundo muy popular, protagonista de todos los libros de astronomía básica: M57 - La Nebulosa del Anillo, el cual ya había intentado cazar en vano en la época anterior a la pandemia. Muy por el contrario, en esta ocasión no era que ni siquiera podía detectarlo, sino que con el filtro UHC, hasta podía llegar a distinguir su característica forma por la que es conocida esta nebulosa planetaria:


"¡Grandioso!", pensé al dibujarla, pues nunca había tenido en mente observar con tal detalle a esta nebulosa planetaria desde la ciudad de Lima, cuya vista es equivalente a ver a nuestro propio Sol 5000 millones de años en el futuro. Después de tan entrañable visita, la cual terminó a las 04:38 AM, fui por M27, y la vista que tenía ante mis ojos en el campo ocular era sencillamente espectacular, pero por un mal razonamiento mío, decidí no dibujar a esta asombrosa nebulosa planetaria, ya que en ese entonces solo tenía 30 minutos para dibujarla, tiempo que en mi opinión iba a ser insuficiente para calcar todo lo que mi retina estaba vislumbrando en ese momento. Decidí, entonces, simplemente esperar a que M27 apareciera cada vez más temprano conforme pasaban los días, pero antes las nubes cubrieron para siempre los cielos excepcionalmente oscuros de la ciudad de Lima. Por supuesto que hoy me arrepiento de haber tomado tal decisión, pero bueno, al menos tengo aquella vista bien fija en mi memoria, y también aprendí que, con oportunidades como esta, no puedes simplemente dejarlas pasar.

Ya siendo más de las 05:00 AM, y ya con los primeros ratos del Sol sobre el horizonte, di por concluida mi mejor noche de observación astronómica que haya tenido. Podrá sonar casi a broma, pero aquella noche terminé cansadísimo, y es que requiere todo un esfuerzo mental tener que dibujar hasta el más mínimo detalle de lo que uno está observando a través del telescopio. Ni bien guardé mi telescopio y accesorios, me fui a acostar y me dormí inmediatamente, con una sensación que sólo una segunda persona podría entender si también hubiera sido testigo de algo maravilloso en su vida.

Ya en la noche siguiente, continué con la cacería, siendo mi siguiente víctima el cúmulo abierto con forma de corazón M50:


Posteriormente, en la madrugada observé M64 - La Galaxia del Ojo Negro:


Pero la estrella de aquella noche fue la famosísima y bizarra M17 - La Nebulosa del Cisne, a la cual con el filtro UHC se la podía ver en todo su esplendor, enmarcada en un campo estelar moderadamente rico. Al igual que la mayoría de objetos listados en el presente artículo, nunca pensé que algún día podría observar esta nebulosa multifacética desde los cielos contaminados de la ciudad de Lima, pero la pandemia lo hizo posible.


Al día siguiente hubo una pausa, pues el cielo se nubló todo el día. Recién pude continuar la madrugada del 20 de Abril, la segunda más fructífera del periodo pandémico. Primero, empecé con el cúmulo globular M9:


Luego con la tenue pero perceptible M20 - La Nebulosa Trífida, famosa más por los coloridos contrastes que ofrece en fotografías:


Y terminé con el compacto cúmulo globular M80:


Debo recalcar otra vez que los cielos nocturnos de la ciudad de Lima por estos días sí que estaban verdaderamente oscuros (considerando que se trata de una metrópolis, claro está). No sólo por el hecho de que la magnitud límite era inusualmente baja (4.5), sino también porque, cerca al horizonte, el cielo limeño solía tener un intenso y brillante color rojizo-naranja, pero ahora era gris y no tan luminoso como antes. Además, se podía llegar a discernir las cuatro estrellas que conforman el cuadrilátero de la constelación Lira, cuando generalmente desde la ciudad de Lima sólo se puede ver la estrella más brillante de la constelación, Vega.

La noche siguiente, el primer objeto en mi lista fue el rico cúmulo abierto M93,


pero no pude observar más objetos debido al mismo inconveniente que me impidió acabar mi dibujo de M46 en una sola noche, por lo que tuve que completarlo la noche siguiente.

Esa misma noche, pero ya del 21 de Abril, faltando poco más de 2 horas para que salga el Sol, me di cuenta de que habían una mancha deforme extremadamente difusa y tenue cerca del cenit. Era tan tenue, que di vueltas sobre mi mismo para ver si la mancha giraba conmigo o si estaba fija en el cielo. Para mi sorpresa, terminó ocurriendo lo segundo. Atónito por lo que estaba presenciando, busqué en el Stellarium qué podría ser aquella mancha...Grande fue mi sorpresa al ver que lo único que podía ser esa mancha era la Gran Nube Estelar de Sagitario, la cual es la porción más brillante de la Vía Láctea en el firmamento. Obviamente, al principio tomé esto con bastante incredulidad. "¿Ver la Vía Láctea desde Lima? No debería ser...." Para mi fortuna, en ese tiempo ya contaba con una cámara réflex Nikon D3400, así que la configuré e instalé de tal manera que pueda tomar varias fotografías de 10 segundos de exposición en la zona del cielo donde veía la mancha. Días después, apilé y procesé las imágenes, y el resultado no podría haber sido más grandioso:


¡SÍ, ERA LA VÍA LÁCTEA, VISTA A SIMPLE VISTA Y FOTOGRAFIADA DESDE LA CIUDAD DE LIMA! ¡Así de oscuro estaba el cielo! No tengo idea de cuando fue la última vez que se pudo observar la Vía Láctea a simple vista desde esta urbe, pero puedo asegurar, que la madrugada del 21 de Abril del 2020, al menos yo pude divisarla otra vez desde el distrito de Los Olivos. Toda una experiencia inolvidable...

La noche siguiente, continuando con mi racha de observaciones, le tocó el turno a otro objeto de cielo profundo en mi lista: el longevo cúmulo abierto M67:


Ya en la madrugada del 22 de Abril, tuve la magnífica oportunidad de observar un nuevo objeto de cielo profundo hermoso:M8 - La Nebulosa de la Laguna.


Con un filtro UHC, la nebulosa se veía con un tamaño considerable, equivalente al de la Luna llena. Pocos objetos de cielo profundo se ven tan grandes a través del telescopio, mucho menos desde una ciudad. Pero claro, en estos días, los bajos niveles de contaminación del airea en mi ciudad hacían posible esta memorable y atractiva vista de una de las nebulosas más grandes del firmamento. Al igual que con otros dibujos, la cantidad de detalles de M8 era tanta que no tuve el tiempo necesario para plasmar todo lo que veía en el campo ocular esa misma noche. El bosquejo de M8 lo acabé la madrugada del 24 de Abril.

En las primeras horas de la noche siguiente, como no había más objetos de cielo profundo difusos que cazar, decidí dirigir mi telescopio hacia el desconocido cúmulo abierto NGC 2362, ya que no estaba dispuesto a desperdiciar ni un segundo de cielo prístinos.


Lamentablemente, el cielo no se volvió a despejar sino hasta la madrugada del 24 de Abril, cuando pude dibujar al cúmulo globular M4.


Cazar a M4 requirió de todas mis habilidades e ingenio, tal como ya lo expliqué en su entrada respectiva. La vista de M4 fue fantástica, casi tan espectacular como la de M22, aunque con una cantidad menor de estrellas resolubles. Eso sí, llamaba poderosamente la atención la columna de estrellas que albergaba en su interior.

Después de que M4 se me escapara de mi campo de visión, procedí a dibujar otro cúmulo globular, M75.


Ya en la madrugada, le tocó el turno al extremadamente tenue cúmulo globular M14.


Y también a NGC 6818 - La Nebulosa Pequeña Gema, la cual es una nebulosa planetaria que ya había observado anteriormente, pero que igual decidí dibujar otra vez para comparar este nuevo dibujo con el que había realizado antes de la pandemia. La diferencia entre ambos dibujos es contundente:



Hasta aquí llegó la racha de noches despejadas. No fue sino hasta el 29 de Abril cuando por fin pude dibujar otros dos objetos de cielo profundo: el cúmulo globular M92


y la nebulosa planetaria NGC 7009 - La Nebulosa Saturno, la cual al igual que NGC 6818, ya había observado antes. Tal como ya lo he descrito en la entrada de NGC 7009, lo especial de esa noche de observación fue el hecho de haber visto el intenso color verdoso que emitía la nebulosa cuando se la miraba por el rabillo del ojo, algo extremadamente raro en la observación de objetos de cielo profundo.



Fue todo un gusto que NGC 7009 haya sido el último objeto de cielo profundo que observé durante las noches más oscuras que la ciudad de Lima en décadas. Después de aquella noche, vinieron las nubes de invierno características de la costa peruana, por lo que el cielo nocturno de Lima se cubrió por completo durante los próximos seis meses, tiempo que aproveché para pasar mis bosquejos a limpio, escanearlos, procesarlos y guardarlos tanto física como digitalmente. Hacer todo eso requirió el triple del trabajo y tiempo que demandó hacer los bosquejos originales, pero tal como se ve en los dibujos compartidos, todo ese esfuerzo valió cien por ciento la pena y más.

En los meses posteriores a Abril del 2020, conforme se levantaban cada vez más y más restricciones por la pandemia del Covid-19 (y por ende, los de la circulación de vehículos), el nivel de contaminación lumínica de la ciudad de Lima retornó gradualmente a sus valores normales. Recién el 10 de Octubre del 2020 pude observar otra vez un objeto de cielo profundo, aunque esta vez no era uno nuevo, sino uno que me traía malos recuerdos por no haberlo dibujado cuando estaba en todo su esplendor: M27 - La Nebulosa Dumbbell.


Nada que ver con lo que había observado seis meses antes. Los mismos sentimientos me producía ver M11 - El Cúmulo del Pato Salvaje, ya que cuando lo observé durante las noches más oscuras de la pandemia, la vista que tenía en el campo ocular de este cúmulo abierto era tan espectacular y estaba tan repleto de estrellas que inmediatamente se convirtió en uno de mis cúmulos abiertos favoritos, pero al igual que con M27, decidí estúpidamente no dibujarlo por las mismas razones.


Finalmente, llegó el momento de introducir mi último dibujo del histórico año 2020, el del cúmulo abierto M26:


Qué tal diferencia con respecto a los dibujos realizados durante los días de cuarentena, ¿verdad? En efecto, nótese que la magnitud límite regresó por completo a su valor pre-pandemia: 3.0. Estos dibujos simbolizaron para mi el fin del año astronómico más fructífero y memorable que haya tenido en toda mi existencia, incluso más que el año en que tuve mi primera oportunidad de dibujar objetos de cielo profundo desde cielos verdaderamente oscuros, pero eso es historia para otro artículo.

Muchas gracias al estimado lector si ha llegado hasta este punto del artículo, pues este blog no existiría si no llamara la atención de al menos unas cuantas personas. Tal como lo expresé líneas más arriba, el objetivo del presente artículo es dejar constancia de que una vez, como consecuencia de nuestro miedo justificado a un virus desconocido y letal, los cielos de la ciudad de Lima se limpiaron y me permitieron observar objetos que nunca pensé estarían al alcance de mi equipo astronómico, y por supuesto, está también la memorable observación de la Vía Láctea a simple vista. En mi opinión, todo lo relatado en el presente artículo resalta perfectamente uno de los aspectos positivos de la cuarentena del Covid-19, la cual normalmente al mencionarla nos trae recuerdos de inmenso dolor y sufrimiento. 

Nuevamente, muchas gracias, y me despido no sin antes recomendarle al lector que revise las entradas de los objetos de cielo profundo que más captaron su interés, ya que en ellas relato con mucha mayor claridad y detalle cómo fue la vista de estos objetos a través del telescopio.

De mí será hasta la próxima. Hasta luego y...

¡CIELOS DESPEJADOS!

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Si bien he tomado sólo unas cuantas fotografías de las decenas de objetos de cielo nocturno al alcance de mi telescopio de 114 mm de apertura, para mi representan todo un símbolo de perseverancia y obstinación pues no es para nada sencillo obtener imágenes de objetos tan difusos desde una ciudad con altísimos niveles de contaminación lumínica como lo es la ciudad de Lima, y menos con el modesto equipo del que dispongo. En la presente entrada ya no relataré lo que significó para mí cada una de mis fotografías de objetos de cielo profundo, ya que eso ya lo hice en las respectivas entradas (ver sección GALERÍA) de los objetos fotografiados. A continuación, mostraré mis pocas fotografías de objetos de cielo profundo junto con los enlaces que redirigirán al lector a las respectivas entradas (si es que la tuvieran): -Vía Láctea: - M7 :  - M41 : - M42 y M43: La Gran Nebulosa de Orión : - M45 - El Cúmulo de las Pléyades : - NGC 2392: La Nebulosa del Esquimal -Estrella binaria Albireo: -Estrell

Cometas

A pesar de lo espectaculares que se ven los cometas en las incontables fotografías que uno puede encontrar en Internet, lo cierto es que observar a un cometa es extremadamente difícil, y más todavía si el astrónomo aficionado vive en una ciudad con altos niveles de contaminación lumínica, como la ciudad en la que yo resido, la ciudad de Lima, Perú.  Sólo los cometas más brillantes pueden verse desde una ciudad populosa, tal como lo comprobé la noche del 3 de Enero del 2015, cuando después de haber intentado cazarlo la noche anterior sin éxito, por fin pude ver mi primer cometa: el C/2014 Q2 (Lovejoy). La vista de un cometa a través de un telescopio es muy similar a la de un cúmulo globular extenso irresoluble, con la enorme diferencia de que el movimiento aparente del cometa es perceptible al cabo de unos pocos minutos, algo que en los cúmulos globulares toma miles años. Por supuesto que estaba muy feliz de haber cazado mi primer cometa, y sí, tengo dibujo, pero el formato de la hoja d

M45 - El Cúmulo de las Pléyades

También conocido como Las Siete Hermanas por sus 7 estrellas perceptibles a simple vista desde cielos oscuros, M45 es el cúmulo estelar abierto más popular del catálogo Messier. Con una magnitud aparente de 1.6 y un diámetro angular de 110', M45 es visible a simple vista en la constelación de Tauro incluso desde cielos urbanos, y es, después de las Híades (también en la constelación de Tauro), el segundo cúmulo estelar abierto más extenso de todo el firmamento. Sin embargo, los 330' de amplitud angular de las Híades son demasiados para cualquier telescopio, por lo que la observación de este cúmulo se disfruta más con unos simples binoculares. M45, en cambio, se observa mejor con telescopios de pequeña a mediana apertura, lo cuales pueden cubrir toda la amplitud angular del cúmulo sin problemas. Telescopios de alta potencia necesitan sí o sí de un reductor focal para poder captar a M45 en todo su esplendor.  Al igual que M41 y M42, la vista de M45 no me era ajena antes de la adq